Capitulo
I
Cuando
llegué escuché a Claudia llorar, no era un llanto normal. Eran
gritos histéricos de una niña que lleva muchas horas llorando sola.
Me di cuenta de que Estefania no estaba, ¿por qué había dejado a
la niña sola?
Actué
por prioridades, primero mi hija. Fui a ver qué le sucedía. Al
llegar, la puerta de la habitación estaba bloqueada con una silla,
la quité, y al entrar lo olí. Claudia se había hecho sus
necesidades encima. Su madre la había abandonado allí a saber desde
qué hora, y no había sido para avisarme, ¿dónde estaría?
Cogí
a Claudia y me la llevé a la bañera. La bañé mientras le contaba
un cuento, la sequé con dulzura. Mi hija estaba un poco más
tranquila, ahora se veían sus rizos dorados y su cara más limpios,
aunque los ojos los seguía teniendo rojos por el llanto. Le puse el
pañal y su pijama de princesas, cogí la corona del armario y se la
puse.
-Tu
eres mi princesa y siempre lo serás.-Le decía mientras intentaba
terminar de tranquilizarla, para poder dejarla en su carro y así
hacerle el biberón y también mi propia cena.
Cuando
conseguí que Claudia se tranquilizara, le preparé lo primero su
biberón. No sabía desde que hora no había comido, no sabia dónde
estaba Estefania, y mucho menos qué había pasado, así que
dándoselo cogí mi móvil y me puse a llamar a mi Novia, pero cuando
dio el primer tono, escuché el móvil en la habitación del fondo.
'Que extraño' pensé. Acudí allí sin dejar de llamar, y me
encontré el móvil sobre un papel escrito y doblado por la mitad.
“
Me he marchado del país, no
me busques, no quiero saber nada de ti, ni de la niña.
Adios
Estefania”
Me
quede sin ver la hoja, esto no podía ser cierto, ¿qué iba ha hacer
yo solo con la niña? Sí, era mi vida, pero yo trabajaba muchas
horas y Claudia tenia 2 años, hasta septiembre no entraba al colegio
y para eso quedaban aun dos meses. Mi mente voló al pasado.
La
historia se repetía, pero esta vez lo abandonaban a él y a su hija,
hacia 25 años su padre los había abandonado a él y a su madre
cuando tan solo tenia 6 años, pero esa vez había sido diferente, él
había entrado en la habitación mientras su padre y su madre
discutían, y al ver que este le levantaba la mano a su madre,
Cristian cogió la botella de al lado de la cama y se la lanzó,
haciéndole un corte en la cabeza. Su padre se giró muy enfadado y
se dirigió hacia él para darle una buena paliza, pero su madre se
puso en medio y le impidió hacerlo. Así que cogió la puerta y se
fue, desde entonces no había vuelto a saber de él.
Pero
con Estefania era diferente, era una rubia, de ojos verdes con un
cuerpo de infarto que hacia que todos los hombres se giraran al pasar
por su lado, tenia todo operado, pero era normal ya que era modelo y
vivía de su imagen. La conocí hace 4 años, mientras fui a cubrir
un reportaje para la revista en la que trabajo, ella estaba allí y
yo empece a fotografiarla sonriendo, jugando con su pelo y
mordiéndose el labio, me atrajo su belleza. Horas más tardes me la
encontré mientras fumaba un cigarrillo.
-Hola,
tu eres el paparazzi que me lleva siguiendo toda la noche.
-Sí,
ese es mi trabajo, ya que soy fotógrafo y editor de Placeres
Prohibidos.
-¿Y
yo te parezco un placer prohibido?-Dijo con una sonrisa en sus
labios.
-Mas
bien un placer inalcanzable.
-¿Seguro?-dijo
mientras se acercaba lentamente a Cristian.
-Ummmmm,
sí.
-¿En
tu casa o en la mía?
Aquella
noche fue cuando mi vida empezó a destruirse, ella pensaba que por
acostarse conmigo se iba ha hacer famosa. Es verdad que mi revista
vendía más de cien millones de ejemplares mensualmente, era una
revista europea, aunque la sede central estaba en Valencia, ella lo
sabia y pensaba que yo tendría mano para meterla, y realmente
hubiera conseguido subir si no se hubiera quedado embarazada, aquella
noche. Con mucha suerte, conseguí que no abortara a Claudia, mi
bella princesa. Si por ella hubiera sido, se hubiera desecho de ese
problema, como ella la llamaba.
Pasó
el tiempo, y Estefania siguió trabajando. Conseguí meterla en un
par de reportajes y videoclips que promocionaba mi revista. Sabía
que me engañaba, pero me daba igual, mi vida era Claudia, sus ojos
grises eran los que me hacían seguir luchando aun siendo el hazme
reír de la oficina. Todos sabían que mi novia se acostaba con todo
lo que tenía una tercera pierna en medio.
El
tiempo pasó, y las discusiones aumentaban, me insultaba, y hasta
había alguna vez que me agredía, pero yo no quería que Claudia
creciera sin madre al igual que yo había crecido sin padre. No podía
estar más ciego, era mejor estar solos que con ella.
Un
ruido me sacó de mis pensamientos, era Claudia, estaba detrás de mí
mirándome con esos preciosos ojos grises que estaban rojos por el
llanto.
-¿Papi?
-Hola
princesa ¿Estás bien?
-Ti
Sonreí,
mientras la cogía, ella era lo mejor de mi vida, realmente era toda
mi vida.
-Saldremos
de esta ¿Vale?, tu serás la princesa y yo tu caballero protector-
Le prometí dándole un beso en la frente.
Ella
asintió y se abrazo a mi cuello.
-Te
quero papa.
Se
me había quitado el hambre. Mañana sería un largo día, así que
cogí a Claudia y me la lleve a dormir a mi cama, ya que su cuarto
era ahora un sitio vetado, cada vez que pasaba por delante rehuía y
se cogía más fuerte a mi, no la iba a obligar a dormir en un sitio
que le daba miedo.
Capitulo II
A
la mañana siguiente, me despertaron unos bracitos y unos rizos sobre
mi pecho, Claudia estaba tumbada casi encima de mí. Recordaba la
noche anterior, le había costado mucho dormirse a pesar de que le
prometiera que yo no me iría, que nunca la dejaría. Al final, se
durmió por agotamiento mientras le acariciaba los rizos y la
abrazaba.
Me
levante, y cogí el móvil saliendo de la habitación, llamé a mi
jefa, Cristina.
-Hola
Cristina, necesito el día libre.
-¿Qué
ha pasado?
Le
conté la situación y me concedió todo el tiempo que necesitara.
Creía
recordar que el colegio donde habíamos inscrito a Claudia tenia
escuela de verano, así que decidí aventurarme y llamar al colegio,
me cogió el teléfono la secretaria que me dio cita para esa misma
mañana tras contarle la situación. Tenia que entrevistarme a las 12
con Lourdes la cual iba a ser la profesora de Claudia durante el
verano y el curso.
-Hola
princesa.-Dije mientras entraba en la habitación, pero me quede
paralizado.
Claudia
estaba llorando, aunque seguía dormida, pero hablaba en sueños.
-Mami,
no te enfades.
-No
mami me potaré bien.
-Mamiiiiiii
Ya
no lo pude aguantar más y la abracé. No sabia qué había sucedido
el anterior día y no quería preguntarle a Claudia para que no
siguiera pensando en ello, pero me sentía impotente, no había
podido evitar que le hicieran daño a mi hija, mi mayor tesoro.
-Tranquila
pequeña, papa esta aquí y no te dejará nunca. Además tienes que
ponerte guapa para que te conozca tu señorita del cole.
Asintió
suavemente con la cabeza y me dio un beso.
Cogidos
de la mano fuimos al armario a elegir su mejor vestido y unos
zapatitos. Después de darle mil vueltas al vestidor terminé dejando
que eligiera ella el vestido, uno azul cielo con la muñequita de
Hello Kitty en el lateral y unas sandalias azules a juego. La vestí,
y fuimos al baño a peinarla, cogí dos pequeños ganchos con la
misma muñequita del vestido, y le eché un poco hacia atrás los
rizos que le caían en la cara dejando así su larga melena rubia
suelta.
-¿Preparada?-Le
pregunté a través del reflejo del espejo.
-Ti.-Me
respondió con una sonrisa triste en sus labios.
Dándole
un beso la cogí en brazos para bajarla de la silla donde estaba de
pie para verse en el espejo mientras la peinaba.
Subimos
al coche, le aseguré el cinturón de su sillita, me subí en mi
sitio y por el retrovisor le guiñé un ojo.
Después
de 10 minutos en el coche escuchando a los “Canta juegos” que a
Claudia le encantaban, llegamos al colegio. Este estaba rodeado por
una gran pinada, tenía zona de juegos con columpios, arena,
juguetes, pista de baloncesto, de fútbol, de Voleibol, gimnasio y
piscinas cubiertas.
Aparqué
el coche en el aparcamiento de padres, y cogiendo a Claudia de la
manita nos dirigimos a la entrada.
Nada
más entrar me encontré con una joven de unos 22 años de ojos
violetas, pelo corto y negro.
-Buenos
días, estoy buscando a la señorita Lourdes.
-¿Ah
si? ¿Y quién es usted?- Pero entonces vio a Claudia y se agachó.-Y,
esta princesita ¿quién es?- Le preguntó guiñándole un ojo.
-Caudia
-Contestó.
-Ella
es Claudia, mi hija, y yo soy Cristian.
-Encantada,
soy Lourdes.-Dijo levantándose y tendiéndome la mano.- Han llegado
pronto. Faltan 10 minutos para la cita, pero no pasa nada, tengo
libre, así que pasen a la clase.
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