Secuestro
Samy
S.Lynn
©Textos
Samy S.Lynn
(Sandra Marín Sáez) 2014
©
De la imagen Depositphotos
©Del
retoque Samy S.Lynn
Obra
registrada, no se permite la reproducción total o parcial de este
libro sin permiso de la autora.
Capitulo
I
“¿Qué
me había pasado? ¿Dónde estaba?”
Pensé a la vez que intentaba moverme, estaba
tumbada sobre una superficie dura con los ojos tapados, atada de pies
y manos. Mis piernas abiertas junto a la desnudez de mi cuerpo
dejaban ver todas mis vergüenzas.
“¿Qué
era lo ultimo que recordaba?” Lo único que podía recordar,
eran aquellos ojos verdes que me habían cautivado.
—Buenos
días, bella durmiente —dijo una voz sexy desde un punto muy
cercano a mí—. Me alegra ver que ya has despertado, así podre
hacerte sentir, disfrutar y soñar.
—¿Quién
eres? —pregunté armándome de valor.
—Un
sueño, el mejor de ellos.
Sus
caricias no tardaron en llegar, pero, lo que me rozaba los pechos no
eran sus dedos era algo más suave como si fuese una pluma. Los
recorría bajando hacia mi estómago, no pasaba de ahí, cuando
llegaba a la frontera con mi monte de venus volvía a subir.
La
traición de mi cuerpo era palpable, estaba excitada, recordaba muy
bien a quien pertenecía esa voz; era el hombre del accidente… Ojos
verdes, espalda ancha, pelo con unos cuatro dedos de longitud,
ondulado que no rizado, oscuro y despeinado. Mediría uno noventa
aproximadamente, sus labios carnosos clamaban besos y sus fuertes
brazos prometían protección.
“¿Cómo
había llegado a esa situación?”
Un
mordisco en mi pecho hizo que saliera de mis pensamientos.
—¿Sigues
aquí?
—¿Co...Cómo
he llegado hasta aquí?
—Te
desmayaste sobre mí y no pude evitar traerte a mi castillo.
Noté
como sonreía sobre mi pecho. Su cálido aliento y sus manos
acariciando mi piel me desconcertaban. Mi cuerpo pedía más, mi
corazón palpitaba cada vez más deprisa y mi mente decía que eso no
estaba bien.
Al
final, mi cuerpo ganó la batalla y se ofreció a él.
Mi
sexo se humedeció respondiendo a sus caricias, mis pezones se
endurecieron respondiendo a sus labios y mi respiración aumento
haciendo notable mi excitación.
—¿Te
gusta pequeña?
—Mmmm…
—Tomaré
eso como una respuesta afirmativa.
Sus
besos se volvieron más agresivos, su lengua penetró en mi boca,
dejándome desarmada. Deseaba tocarlo, coger su cabeza y obligarlo a
no parar.
Su
lengua bajo por mi cuello con una suavidad que me hacia estremecer.
Rozaba cada rincón de mi cuerpo, bajaba tan despacio que era
desesperante, necesitaba más, quería mucho más. Por fin llegó a
mi monte de venus haciendo que mi cuerpo vibrara con el roce de su
aliento.
Lamió
y mordió mi clítoris, provocándome, excitándome hasta puntos
insospechados y, justamente cuando estaba a punto de llegar se apartó
de mí, retiró la venda de mis ojos, soltó las cuerdas y se fue
hasta la pared de enfrente.
Me
levanté buscándolo con la mirada, ¿qué había sucedido?
En
ese instante nuestras miradas se cruzaron; sus ojos verdes esmeralda
me miraban con pasión y deseo.
—Sobre
la mesa tienes tu ropa, puedes marcharte.
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