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domingo, 28 de abril de 2013

Relato "El mundo de Claudia"


Capítulo I

Cuando llegué escuché a Claudia llorar, no era un llanto normal. Eran gritos histéricos de una niña que lleva muchas horas llorando sola. Me di cuenta de que Estefanía no estaba, ¿por qué había dejado a la niña sola?

Actué por prioridades, primero mi hija. Fui a ver qué le sucedía. Al llegar, la puerta de la habitación estaba bloqueada con una silla, la quité y al entrar lo olí. Claudia se había hecho sus necesidades encima. Su madre la había abandonado allí a saber desde qué hora, y no me había avisado, ¿dónde estaría?

Cogí a Claudia y me la llevé a la bañera. La bañé mientras le contaba un cuento, la sequé con dulzura. Mi hija estaba un poco más tranquila, ahora se veían sus rizos dorados y su cara más limpios, aunque los ojos los seguía teniendo rojos por el llanto. Le puse el pañal y su pijama de princesas, cogí la corona del armario y se la puse.

Tú eres mi princesa y siempre lo serás. —Le decía mientras intentaba terminar de tranquilizarla, para poder dejarla en su carro y así hacerle el biberón y también mi propia cena.

Cuando conseguí que Claudia se tranquilizara, le preparé su biberón. No sabía desde que hora no había comido, no sabía dónde estaba Estefanía y mucho menos qué había pasado. Dándole el biberón cogí mi móvil y me puse a llamar a mi novia, pero cuando dio el primer tono, escuché el móvil en la habitación del fondo. 'Que extraño' pensé. Acudí allí sin dejar de llamar, y me encontré el móvil sobre un papel escrito y doblado por la mitad.

Me he marchado del país, no me busques, no quiero saber nada de ti, ni de la niña.
Adiós
Estefanía”

Me quedé sin ver la hoja, esto no podía ser cierto, ¿qué iba hacer yo solo con la niña? Sí, era mi vida, pero yo trabajaba muchas horas y Claudia tenía 2 años, hasta septiembre no entraba al colegio y para eso quedaban aun dos meses. Mi mente voló al pasado.

La historia se repetía, pero esta vez lo abandonaban a él y a su hija, hacia 25 años su padre los había abandonado a él y a su madre cuando tan solo tenía 6 años, pero esa vez había sido diferente, él había entrado en la habitación mientras su padre y su madre discutía y al ver que éste le levantaba la mano a su madre, Cristian cogió la botella de al lado de la cama y se la lanzó, haciéndole un corte en la cabeza. Su padre se giró muy enfadado y se dirigió hacia él para darle una buena paliza, pero su madre se puso en medio y le impidió hacerlo. Así que cogió la puerta y se fue, desde entonces no había vuelto a saber de él.

Pero con Estefanía era diferente, era una rubia de ojos verdes con un cuerpo de infarto que hacía que todos los hombres se giraran al pasar por su lado, tenía todo operado, pero era normal ya que era modelo y vivía de su imagen. La conocí hace 4 años, mientras fui a cubrir un reportaje para la revista en la que trabajo, ella estaba allí y yo empecé a fotografiarla sonriendo, jugando con su pelo y mordiéndose el labio, me atrajo su belleza. Horas más tardes me la encontré mientras fumaba un cigarrillo.

Hola, tu eres el paparazzi que me lleva siguiendo toda la noche.
Sí, ese es mi trabajo, ya que soy fotógrafo y editor de Placeres Prohibidos.
¿Y yo te parezco un placer prohibido?-Dijo con una sonrisa en sus labios.
Más bien un placer inalcanzable.
¿Seguro? —Dijo mientras se acercaba lentamente a Cristian.
Ummmmm, sí.
¿En tu casa o en la mía?

Aquella noche fue cuando mi vida empezó a destruirse, ella pensaba que por acostarse conmigo se iba a hacer famosa. Es verdad que mi revista vendía más de cien millones de ejemplares mensualmente, era una revista europea, aunque la sede central estaba en Valencia. Ella lo sabía y pensaba que yo tendría mano para meterla, y realmente hubiera conseguido subir si no se hubiera quedado embarazada aquella noche. Con mucha suerte, conseguí que no abortara a Claudia, mi bella princesa. Si por ella hubiera sido, se hubiera desecho de ese problema, como ella la llamaba.

Pasó el tiempo y Estefanía siguió trabajando. Conseguí meterla en un par de reportajes y videoclips que promocionaba mi revista. Sabía que me engañaba, pero me daba igual, mi vida era Claudia, sus ojos grises eran los que me hacían seguir luchando aun siendo el hazme reír de la oficina. Todos sabían que mi novia se acostaba con todo lo que tenía una tercera pierna en medio.

El tiempo pasó y las discusiones aumentaban, me insultaba y hasta había alguna vez que me agredía, pero yo no quería que Claudia creciera sin madre al igual que yo había crecido sin padre. No podía estar más ciego, era mejor estar solos que con ella.



Un ruido me sacó de mis pensamientos, era Claudia, estaba detrás de mí mirándome con esos preciosos ojos grises que estaban rojos por el llanto.

¿Papi?
Hola princesa ¿Estás bien?
Ti.

Sonreí, mientras la cogía, ella era lo mejor de mi vida, realmente era toda mi vida.

Saldremos de esta ¿Vale?, tú serás la princesa y yo tu caballero protector —le prometí dándole un beso en la frente.

Ella asintió y se abrazó a mi cuello.

Te quero papa.

Se me había quitado el hambre. Mañana sería un largo día, así que cogí a Claudia y me la llevé a dormir a mi cama ya que su cuarto era ahora un sitio vetado, cada vez que pasaba por delante rehuía y se cogía más fuerte a mí, no la iba a obligar a dormir en un sitio que le daba miedo.

Capítulo II


A la mañana siguiente me despertaron unos bracitos y unos rizos sobre mi pecho, Claudia estaba tumbada casi encima de mío. Recordaba la noche anterior, le había costado mucho dormirse a pesar de que le prometiera que yo no me iría, que nunca la dejaría. Al final, se durmió por agotamiento mientras le acariciaba los rizos y la abrazaba.

Me levanté, y cogí el móvil saliendo de la habitación, llamé a mi jefa, Cristina.

Hola Cristina, necesito el día libre.
¿Qué ha pasado?

Le conté la situación y me concedió todo el tiempo que necesitara.

Creía recordar que el colegio donde habíamos inscrito a Claudia tenía escuela de verano, así que decidí aventurarme y llamar al colegio, me cogió el teléfono la secretaria que me dio cita para esa misma mañana tras contarle la situación. Tenía que entrevistarme a las 12 con Lourdes la cual iba a ser la profesora de Claudia durante el verano y el curso.

Hola princesa. —Dije mientras entraba en la habitación, pero me quedé paralizado.

Claudia estaba llorando, aunque seguía dormida, pero hablaba en sueños.

Mami, no te enfades.
No mami me portaré bien.
Mamiiiiiii.

Ya no lo pude aguantar más y la abracé. No sabía qué había sucedido el anterior día y no quería preguntarle a Claudia para que no siguiera pensando en ello, pero me sentía impotente, no había podido evitar que le hicieran daño a mi hija, mi mayor tesoro.

Tranquila pequeña, papa está aquí y no te dejará nunca. Además tienes que ponerte guapa para que te conozca tu señorita del cole.

Asintió suavemente con la cabeza y me dio un beso.

Cogidos de la mano fuimos al armario a elegir su mejor vestido y unos zapatitos. Después de darle mil vueltas al vestidor terminé dejando que eligiera ella el vestido, uno azul cielo con la muñequita de Hello Kitty en el lateral y unas sandalias azules a juego. La vestí y fuimos al baño a peinarla, cogí dos pequeños ganchos con la misma muñequita del vestido y le eché un poco hacia atrás los rizos que le caían en la cara dejando así su larga melena rubia suelta.

¿Preparada? —Le pregunté a través del reflejo del espejo.
Ti. —Me respondió con una sonrisa triste en sus labios.

Dándole un beso la cogí en brazos para bajarla de la silla donde estaba de pie para verse en el espejo mientras la peinaba.

Subimos al coche, le aseguré el cinturón de su sillita, me subí en mi sitio y por el retrovisor le guiñé un ojo.
Después de 10 minutos en el coche escuchando a los “Canta juegos” que a Claudia le encantaban, llegamos al colegio. Éste estaba rodeado por una gran pineda, tenía zona de juegos con columpios, arena, juguetes, pista de baloncesto, de fútbol, de Voleibol, gimnasio y piscinas cubiertas.

Aparqué el coche en el aparcamiento de padres, y cogiendo a Claudia de la manita nos dirigimos a la entrada.

Nada más entrar me encontré con una joven de unos 22 años de ojos violetas, pelo corto y negro.

Buenos días, estoy buscando a la señorita Lourdes.
¿Ah sí? ¿Y quién es usted? —Pero entonces vio a Claudia y se agachó.-Y, esta princesita ¿quién es?—Le preguntó guiñándole un ojo.
Claudia —Contestó.
Ella es Claudia, mi hija, y yo soy Cristian.
Encantada, soy Lourdes. —Dijo levantándose y tendiéndome la mano. —Han llegado pronto. Faltan 10 minutos para la cita, pero no pasa nada, tengo libre, así que pasen a la clase.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho :) Me encanta tu forma de escribir, me ha metido dentro de la historia. Pobre Claudia!! :( A ver que pasa próximamente!! :)
    Besoos^^

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